TODOS MENTIMOS

¿Por qué miento tanto, y por qué me debe importar si miento?

La mayoría de nosotros miente la mayor parte del tiempo. Todos decimos grandes mentiras, pequeñas mentiras, mentiras blancas, mentiras rojas y negras ... decimos todo tipo de mentiras. No pensamos mucho acerca de estas mentiras, parece que pensamos que mentir es como tomar una ducha, algo que hacemos y con frecuencia.  

Sin embargo, la mentira tiene profundas consecuencias sobre cómo vivimos, sobre cómo interpretamos la vida y sobre cómo nos relacionamos con nuestros compañeros humanos. Establece el color y el tenor de todas nuestras relaciones, en cómo nos conectamos con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea.

Hay todo tipo de mentiras, desde grandes mentiras que pueden afectar nuestra vida de manera profunda, como negar un crimen que hemos cometido, a mentiras medianas como fingir que algo te importa cuando  realmente no te importa, a mentiras más pequeñas como el robar una manzana en el mercado.  Pero independientemente del tamaño y del peso de nuestras mentiras, todas dejan una cicatriz en nuestra integridad la que sin control, a la larga nos lleva a una vida caótica.

Mentir significa engañar intencionalmente a alguien que espera una comunicación honesta.

Es una forma de traición no muy sutil que corroe el nivel de confianza entre los miembros de la familia, de amigos y colegas.   

El que miente, si tiene conciencia de que está mintiendo, se imagina que no está perjudicando a la otra persona mientras tanto su mentira pase desapercibida.   El que está acostumbrado a mentir da excusas largas y enrevesadas de por qué hizo lo que hizo, para evitar la vergüenza,  para exagerar sus habilidades, para disfrazar el mal que hizo,  para no herir sentimientos, para fingir lo que no es, para salir de una situación que no le conviene, entre otros motivos.  

A veces nos acostumbramos a mentir como un reflejo condicionado que nos lleva a decir lo que sea con tal que nos lleve a donde queremos estar.  El engaño y la falsedad se pueden vuelven tan arraigados en nuestra psique y comportamiento que muchas veces, ni siquiera sabemos que estamos mintiendo.

Cuando digo que te devolveré la llamada, que devolveré tu libro, que revisaré tu correo electrónico, que examinaré tu pregunta, que no te vi, que no la tuve, y así sucesivamente, sin ninguna intención real de hacerlo, o verdad que me respalde, estoy engañando y te estoy mintiendo.

La mentira establece una brecha en la confianza y es por eso que es tremendamente perjudicial en cualquier relación, no solo por el engaño inherente, sino porque también indica la arrogancia de pensar que soy tan inteligente que puedo engañarte cuando y como quiero.

No estoy exagerando la gravedad y las profundas implicaciones que la mentira tiene en nuestra vida, porque cuando se vuelve un hábito, termina  corroyendo nuestra felicidad y nuestro bienestar.

Si la próxima vez que estás a punto de dar una excusa, o de compartir una “creencia”, o de tomar una postura ante una decisión, esperas un momento para verificar cual es tu motivación, verificar cuál es realmente tu intención para afirmar lo que vas a afirmar, si esperas un momento para verificar cuál es el propósito de tu interacción, solamente entonces puedes decidir si tu intención se alinea con tu integridad, tu verdad y tu deseo de conectarse con lo que es honesto.

Pregúntate si estás a punto de fortalecer tu sentido de honor, integridad y dignidad, o si estás fortaleciendo tu sentido de engaño y deshonor.

Aunque mentir es popular, la honestidad es el mayor regalo que podemos hacer a los demás y a nosotros mismos. Una vez que nos comprometemos con él y lo vivimos, se convierte en una fuente de poder.

Necesitamos emular a aquellos que han dejado una huella en la historia de la humanidad como seres humanos sabios y compasivos marcados por honestidad genuina. Podemos hacerlo.  Podemos comenzar ahora mismo aprendiendo a prestar atención a lo que estamos haciendo y pensando, y dedicándonos a practicar a tomar conciencia de cuál es realmente nuestra propia verdad en un momento dado.

Podemos aprender a no comprometer nuestra integridad y así permitir que lo mejor en nosotros brille y nos ilumine. ¡Comenzaremos un nuevo mundo!

Amor y Luz,

Monica